miércoles, 2 de noviembre de 2011

Paciencia y a barajar

Nada te turbe, nada te espante todo se pasa,
Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta.



Sirvan estos versos de la Santa de Avila, Teresa, para hablar de una de las virtudes que me encantaría tener y que ni de lejos me alcanza: la paciencia. En realidad, es una capacidad o una facultad pero la elevo a categoría de virtud porque lo es y porque adolezco terriblemente de ella.

Cuando quiero algo, lo quiero para ya, y no concibo una espera por ello y si tengo que sufrirla, es eso sufrirla, padecerla. Y eso cuando hablamos de lo bueno, que cuando hablamos de lo malo que es cuando la paciencia se convierte en virtud fundamental para sufrir y ganar en fortaleza que te ayude a conllevar el sufrimiento, no tengo ni un ápice. Cuanta más paciencia, más fuerte eres, luego soy terriblemente debil al ser impaciente.

Esa capacidad de soportar, de resistir, de templar los nervios, de no dar pábulo a la incertidumbre es una ayuda para la vida. Quizá no para los tiempos que corren donde todo es rápido y por ahí se explique quizas porque todo es tan inmediato. Para las cosas verdaderamente importantes, no, para eso el tiempo y la constancia son aliados necesarios y saber manejar y manejarse en ese ámbito es muy útil.

Lástima ser así, también ser bajito, pero esto último no lo noto tanto como aquello primero. Debería ser más paciente, más pausado, quizás debería tener una percepción del tiempo y de la vida algo distinta para poder ser paciente.

Mientras, recordando prefiriendo a Don Miguel, diré aquello del Quijote: Paciencia y a barajar


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