viernes, 30 de diciembre de 2011

La conciencia del "ser"

Hace poco o nada escuchaba una idea atribuida a Stanislaw Lem, el escritor polaco de ciencia-ficción, que se pasó la vida perseguido por unos y por otros, decía que no había tomado conciencia de ser judío hasta que llegaron los nazis. Es una idea que resulta totalmente desquiciante por lo que de injusticia arrastra de por sí. Uno puede alinearse en cualquier movimiento, ideología, manifestación o tendencia, implicarse en cualquier proyecto social, político, cultural pero hay veces que somos, y puede resultar un absurdo, algo que ni pretendemos, ni queremos ser. No tenemos conciencia de ser.

En el caso que nos cuenta Lem fueron otros, los nazis, los que elevaron su condición de judío a algo importante. Lem no ejercía, no estaba implicado en su religión, apenas la practicaba y si bien la cultura en la que se manejaba era judía, era un apasionado de la ciencia y la psicología, al que la religión no le llamaba y al que el ser judío, no significaba más que ser moreno en un país de morenos.

En otro orden, uno a veces no se da cuenta de lo que es y lo que implica ser algo, incluso como el caso de Lem sin mayor estima por serlo, y sin embargo no es hasta que se encuentra a alguien enfrente que le señala cuando se vuelve consciente de que esa particularidad es un problema.

Es curioso como el tema de las etiquetas, los rótulos condicionan las cosas incluso por encima de las ideas, o más kafkiano aún, de los hechos y como el mero dato de ser algo lleva aparejado una respuesta, generalmente negativa, aunque en algunos casos como el de la discriminación positiva justo al contrario.

¿Nacerá todo de la necesidad de identificarnos?







jueves, 29 de diciembre de 2011

...gozan de buena salud

Es inevitable que en esta vida te encuentres con gente que te cuenta unas cosas que cuestan creer. No son mentiras increíbles, no sé, que le han abducido lo cual tendría mucho interés porque, siendo verdadero o falso, si se cuenta bien tiene que estar divertido o que en realidad son la reencarnación de Felipe II y su destino es gobernar el mundo del uno al otro confín como el bajel pirata. No, ellos son más sutiles y te cuentan que han echado diecisiete polvos en hora y media, han metido un par de 500 metros en un golpe y con un hierro 5, se han ligado a toda su oficina y parte de la sucursal bancaria vecina, se han bebido tres botellas de Vega Sicilia en una cena ellos solitos y que luego se fueron de copas donde, por cierto, ligaron con una ex modelo y le echaron diecisiete polvos sin sacarla.

Digo yo que puestos a contar trolas si contase que tuvo una noche de pasión con una tía que estaba buenísima, después de una cena estupenda donde tomaron un vino magnífico y todo después de hacer unos hoyos pues me lo creería y tan estupendo. Pero es que la sueltan tan grande que es imposible y sería más fácil que te contaran que son Superman y que debajo del traje llevan la capa. Claro que lo mismo insistes en que te la enseñe, la capa digo, no la de los diecisiete.

Ya la última vez, puesto que tengo una compañero de esta especie, le solté mascullando y entre dientes, aquello de "los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Naturalmente me preguntó que decía y yo le respondí que "nada, unos versos del Tenorio."

Por cierto, que no son del Tenorio y no se saben de quien son. Apuntan que de Corneille, pero en realidad nadie lo sabe, pero no son del Tenorio, como todo el mundo dice.









miércoles, 28 de diciembre de 2011

La belleza

La belleza es verdad, la verdad es belleza, eso es todo lo que en la tierra sabéis, y todo lo que necesitáis saber. (John Kyats)

Pocas cosas son tan ciertas como la belleza. Es la excelencia de la forma, el esplendor de la materia. La belleza es un placer para los sentidos. La perfección, lo excelso reflejado en alguien o algo. Surge de la nada o surge caprichosamente de la nada. Lo es en un rostro que de la misma familia arroja belleza y otro no y lo es de la piedra o el lienzo. 

La belleza exalta nuestros sentidos, nuestra percepción sensorial, no sólo la de los cinco conocidos sino las miles de conexiones, etiquetas e ideas que están grabadas y recogidas en nuestro cerebro. Es fundamental para el concepto de belleza, el concepto de libertad, tanto en la creación de algo bello y en la percepción de eso mismo como bello. Sin libertad, la belleza no existe porque si se acota, limita y define, se constituye en norma y por lo tanto en algo estándar. Eso no excluye que haya proporciones, cánones, fórmulas, pero que surgen de la belleza. Primero apreciamos la belleza y luego su posible canon. La simetría, la proporción aurea, el número Pi... Da igual, son posteriores a la belleza. 

La belleza, al contrario de lo que pensamos, es universal. La gran mayoría se siente conmovido en su sensibilidad ante la explosión de belleza de Las Meninas o el David o la catedral de Milán. Así mismo lo hace ante las personas bellas desde el principio de los tiempos. En la belleza nos reconocemos todos al apreciarla y estimarla. 

Ante algo o alguien bello, nuestros sentidos se alertan, se ponen en funcionamiento pleno, envían información al cerebro que la procesa y la identifica como bello y en forma de impulsos eléctricos y reacciones químicas devuelve una sensación de éxtasis, de perfecto bienestar y somos felices en ese instante. 

La belleza emociona y conmueve y una de las aspiraciones del hombre es ansiar la belleza en lo que le rodea. 




martes, 27 de diciembre de 2011

Tercos, tenaces y exitosos



El mundo se simplificó cuando aceptamos una serie de medidas para trasladar un concepto de cantidad. Convenimos que a tal distancia le llamaríamos metro, que a tal peso le llamaríamos kilo y que a un determinado volumen le llamaríamos litro. Eso permitía que con una palabra trasladásemos una misma cantidad de volumen o peso y de distancia a otra persona y que nos entendiese. Aquel simple acuerdo de todos, el acuerdo sobre las medidas, facilitó el desarrollo de la sociedad. 


Pero hay aspectos que no podemos medir y no me refiero a los más etéreos como son los sentimentales que se pueden entender al rebuscar en la experiencia e incluso en la imaginación, aunque esto resulte seguramente controvertido. Debemos ir más allá y situarnos en la frontera  que separa conceptos distintos pero que no lo son tanto. 

Unos ven terquedad, donde otros ven tenacidad ¿cuál es la medida? Si la respuesta es la apreciación de cada uno, la inseguridad es terrible. 

Según la RAE, terco es pertinaz, obstinado e irreducible y tenaz es firme, porfiado y pertinaz en un propósito. Observemos como incluso los dos son definidos como pertinaces sin embargo no igualamos terco a tenaz e incluso moralmente la terquedad nos parece algo no bueno y la tenacidad una virtud. Pero ¿como saber cuando se es terco o cuando se es tenaz? 

A la conclusión que llegamos, a la fea conclusión que llegamos es que depende del éxito. Si no hay triunfo es terquedad y si al final se logra el objetivo, es tenacidad. Puede que no para el sujeto terco o tenaz pero si para todos los demás. 



¿No es un poco peligroso calificar las cosas en función del éxito?




jueves, 22 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!


La buena tierra


         Estamos cerca de la Luna y la tripulación del Apolo VIII tiene un mensaje para todos los habitantes de la Tierra:

         Al principio creó Dios los cielo y la tierra.


El día 24 de diciembre de 1968, tras 55 horas y 38 minutos de vuelo, el Apolo VIII se situaba en la órbita lunar. El inicio de la órbita se hizo por la cara oculta de la Luna y los tres astronautas, Frank Borman, James A. Lovell y William A. Anders están pegados a las ventanillas del módulo lunar como niños pequeños olvidándose momentáneamente, incluso, del plan de vuelo.

         La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del abismo



         Pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas

La NASA había preparado una retransmisión en directo para toda la Humanidad y habían pedido a los astronautas del Apolo VIII que preparasen algo apropiado para decir. Las primeras palabras pronunciadas desde otro mundo, con la mayor audiencia de la Historia.

         Dijo Dios: Haya luz; y hubo luz


La oscuridad de la cara oculta deja paso a un destello en el horizonte y, de repente, en una imagen nunca vista antes, en su inmensa belleza, envuelta en un halo azul luminoso y de una manera asombrosa, en medio de la nada, con una apariencia frágil y poniendo la única nota de color, aparece la Tierra.

         Y vio Dios que la luz era buena y la separó de las tinieblas

Por caprichos del destino, es Nochebuena y desde el Apolo VIII, unos de los astronautas recita el principio del Génesis:

         Y vio Dios que esto era bueno.

         La tripulación del Apolo VIII se despide con un buenas noches, buena suerte, Feliz Navidad y que Dios bendiga a los que están en la buena Tierra.


miércoles, 21 de diciembre de 2011

John 3:16




Anoche en uno de esos sitios de las posmodernidad madrileña, recién abierto y que durará tres días siéndolo, pero en el que mientras se puede ver al famoseo pretencioso de la ciudad, ya saben, mucho moderno y alguna que otra jai haciendo negocio, había un tipo con un polo que ponía en la espalda John 3:16.

Esta leyenda se empezó a ver en carteles en actos deportivos retransmitidos por televisión y se extendió a cualquier evento multitudinario que especialmente tuviese cobertura televisiva. En realidad, John 3:16 no es más que el versículo del Evangelio: Y porque Dios, que tanto amaba al mundo, entregó a su Hijo, de modo que quienes crean en Él no morirán sino que vivirán eternamente.

Rockin Rollen Stewart, un tipo de infancia difícil y peor final, cadena perpetua por intento de homicidio y secuestro, que había encontrado a Jesús, decidió evangelizar de una manera warholiana, buscando sus quince minutos de fama, y empezó a mostrarse en eventos deportivos portando carteles en los que ponían John 3:16 o los menos afamados Repent y Jesus saves.

Otra de la características de este sujeto era que portaba una peluca a lo afro con los colores del arco iris lo cual, además de hacerle más llamativo de cara a las cámaras, le trajo una mayor fama ya que se creó y alimentó una polémica artificial porque la peluca se parecía muchísimo al logo de la NBC que era competidora de la ABC que retransmitía los partidos y se acusó de que todo era una maniobra oculta de la cadena rival.

Con el tiempo Rainbow Man, como se le llegó a conocer, creó escuela y hoy podemos ver a gente que porta el cartel de John 3:16 en la mayoría de los eventos deportivos, si acaso perdiendo su sentido original, pero ya quedando en el imaginario y la costumbre de estos eventos y que se usa para animar a los equipos. Al fin y al cabo es la promesa de la vida eterna.

martes, 20 de diciembre de 2011

Pasión versus tibieza



Cuando en la Grecia clásica un hombre moría no hacían una acopio de logros y éxitos que hubiese tenido en vida sino que preguntaban únicamente: ¿Él tuvo pasión?. Esta era la esencia de la vida, atravesarla con pasión.

Acudiendo al diccionario de la RAE, no sale muy bien parada la pasión. Desde acción de padecer, a afecto desordenado del ánimo o afición vehemente a algo y algunas otras que no hacen que la definición se acerque al común del sentido con que entendemos la palabra. Y no me refiero a esos petimetres románticos que dieron en confundir la pasión con lo cursi, el fuego en las entrañas con los fuegos artificiales, no. Me refiero a lo que el común de nosotros entendemos por pasión. Ese sentimiento abrasador que vuelve en increíble lo normal, en excesivo lo ordinario, en maravilloso lo habitual, en vida y destino un simple paseo y en todo lo que es nada.

Pascal nos dejó una frase que ha triunfado a lo largo de los siglos, la famosa: "el corazón tiene razones que la razón no entiende", pero a mi me gusta más otra idea de él que le leí hace mucho tiempo y que entronca directamente con lo que estamos hablando, aunque sólo sea en un ámbito y piense que es extensible a todos los demás. El pensamiento es: "A fuerza de hablar de amor, uno llega a enamorarse. Nada tan fácil. Esta es la pasión más natural del hombre". Y como digo, y me atrevo a decir que bien digo, lo podemos llevar a todos los campos, porque si que la pasión más natural del hombre es enamorarse, y siendo así, todo es distinto, y siendo atrevido, diría que hasta es pleno, no hay mejor manera de vivir que apasionadamente.

O puede que no, que la tibieza sea la mejor manera de vivir. Claro que a lo mejor no se elige y como dijo Virgilio, a cada cual le vence su pasión y si ninguna te vence, quizás es la tibieza lo que te corresponde.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Historias de mentira

Hoy venía dándole vueltas a unos hechos de esos que no son como parecen, una de esas historias que cuando rascas te das cuenta de que es mentira y he pensado lo fácil que es que nos creamos las cosas según nos las cuentan, aunque no tengan nada que ver con la verdad. Y me he acordado algunas historias de mentira que todos creen que son de otra verdad. Claro que luego, con el tiempo y rascando todo se sabe.

 En realidad, Maquiavelo  no era una figura maléfica, cínica  y oportunista y nunca escribió aquello de que el "fin justifica los medios". Muy al contrario el político y escritor florentino, tomando como modelo a Fernando el Católico, como máxima expresión del buen gobierno sentó las bases del Estado moderno tal y como lo conocemos hoy en día.

 Los ejemplos son muchísimos. En realidad el "malvado" Eduardo I que se enfrenta a William Wallace en Braveherart  no era malvado y fue el creador del régimen parlamentario en Inglaterra y dio por fin un espacio de poder a los plebeyos. Claro que el escocés Wallace tampoco se tiró a la dulce Princesita francesa porque está llegó a la Pérfida Albión tres años después de tuvieran a bien cortarle la cabecita, que por cierto tampoco iba pintada en su cara como si fuesen hinchas del Celtic porque esa costumbre se abandonó un par de siglos antes.

 El General Custer era un capullo a la que se la traían floja sus soldados y los indios. Tenía unas terribles ansias de ascender y de gloria  que le  llevaron a enfrentarse a una fuerza superior en Little Big Horn, le salió bien en la Guerra de Secesión, en vez de esperar al resto de fuerzas y lógicamente no quedó uno sano.

 Ricardo Corazón de León era valiente como el que más pero también algo cabroncete y por donde pasaba, camino de las Cruzadas eso si, dejaba un rastro de sangre y destrucción  inolvidable. Además apenas hablaba inglés puesto que creció en Francia con la gran Leonor de Aquitania, y aquí si que hay que ponerse de pie ante esta gran mujer, madre del arte en Europa y creadora del amor cortesano. Aparte que de 11 años de reinado pasó seis meses en Inglaterra. Ah, y era gay y se entendía con su primo francés.

 Sin embargo, Nerón no quemó Roma, ni estaba en Roma cuando sucedió. Andaba por Anzio. En el año 64 quemar Roma era fácil porque la construcción de baja calidad, las calles estrechas, el hacinamiento, la falta de servicios era caldo propicio para un gran fuego. Cuando sucedió y Nerón tuvo noticia, como hemos dicho ni siquiera estaba allí, ordenó al Ejército combatir el fuego, alojó a las víctimas y después abarató el precio del trigo,  favoreció la construcción de mejores viviendas y bajó los impuestos.

 Y así con muchos más y con todo. Las historias pueden creerse pero la Historia al final es juez supremo y hace que la verdad reluzca.


domingo, 18 de diciembre de 2011

Creer


« en: Septiembre 14, 2005, 18:07:22 »


 Tenemos una capacidad increíble para la fe, y no me refiero a la fe religiosa sino para cualquier tipo de creencia, movimiento, principio, axioma e incluso sentimientos y sensaciones.

 Nos sorprendemos de los casos más extremos y sobre todo si pertenecen a cualquier tipo de asociación, organización o corriente ideológica. Baste nombrar a gente del Opus, fundamentalistas islámicos, judíos ultraortodoxos o en el ámbito laico militantes de partidos, nacionalismos, rotarios o masones y hasta hinchas de fútbol, si me apuráis.

 En todos estos ámbitos la capacidad de creer en una "idea" a las que se sienten unidos, la fe, es decir la capacidad de fiarse que tienen es increíblemente grande. Máxime cuando en la propia esencia de esta fe se cercena, por definición, la capacidad de crítica y de duda, fortaleciendo muy al contrario la adhesión pura y dura e incluso defensiva respecto a los de fuera.

 Bien, sirva el escenario anterior para centrarnos en algo más cotidiano y habitual entre los que aquí estamos. Si llevamos a nuestras vidas lo dicho anteriormente resulta que es muy fácil que descubramos que nuestra capacidad de fe en la persona que amamos, en la familia o en los amigos en nuestra propia situación de vida y en la forma en que vivimos es ciega o al menos, para ser destruida necesita casi más esfuerzo que para ser construida. La capacidad que tenemos de creer, de llevar nuestra fe en el otro o lo otro a límites insospechados es muy amplia

 A su vez, es increíble la facilidad con la que tendemos a creer lo que necesitamos y deseamos creer. Ante la realidad evidente contraria a lo que deseamos y la virtualidad, o mejor dicho irrealidad pero de lo que queremos estamos decididamente dispuestos a aceptar la segunda. Porque necesitamos que todo sea como creemos o deseamos que fuera. De hecho, es bastante común que ante circunstancias adversas en la que el otro nos ha hecho daño somos los primeros en acudir en su ayuda o descargo y los primeros en explicar, justificar, minimizar el daño porque necesitamos y queremos creer que la realidad no es así  O creer en promesas que nunca llegan e incluso en creer que nos quieren cuando no es así, etc., etc.

¿Por que? ¿Por que somos tan vulnerables y por que nos sentimos invitados a creer más allá incluso de lo razonable? ¿Por que creemos en algo ulterior y extrínseco a nosotros mismos? ¿Somos tan débiles?


sábado, 17 de diciembre de 2011

Días de lluvia, días extraños

Son días de lluvia, tan extraños que siéndolo apenas hay lluvia y cuando la hay es violenta y dura con un afán destructor que se diría vengativo. Ya no existe esa lluvia melancólica, pausada, llorosa, esa que es un soplo de vida en el corazón de los melancólicos que necesitan hacer de lo triste y lo gris un motivo de celebración.

Son días extraños porque nada es definitivo y todo parece estar entre una pelea de contendientes extremos, frío y calor, verano e invierno, amor y desamor. El otoño es un paso hacia lo que viene desde lo que hubo, no tiene sentido desde si mismo y necesita de un antes y un después para ser. La primavera es una explosión de color, olor y vida; el otoño es ocre, húmedo y apagado. Hay algo intrínsecamente decadente en él y todo lo decadente encierra un sabor propio en el que nada es importante y todo se construye con cosas fútiles y nunca definitivas: gotas, hojas, viento... Quizás el otoño tenga un toque sabio en el que nunca habíamos caído. O si.

Días extraños, raros, de lluvia sin lluvia y yo me vuelvo más extraño, más raro y quiero que llueva aunque odie la lluvia. Cuando oigo cantar a Armando Manzanedo "esta tarde vi llover, vi gente correr" siempre espero que no llegue el siguiente verso "y no estabas tu". Pero veo llover y a gente correr y no estás tu.   

En el corazón de los hombres y las mujeres sensibles, los días de lluvia son un acontecimiento, un gozo para sus necesitados sentidos, una emoción tan a flor de piel que diríase que son hechos de agua en su esencia poética y no en su formulación química. En el corazón de los que en este valle de lágrimas somos descreídos, cínicos y nos avergonzamos de llorar nuncan ocurren ninguna de esas maravillosas sensaciones llenas de amor, dulzura y compañía. Claro, que tampoco nos las creemos y si llegásemos a creer que existen tan solo sería por admitir otros mundos y otras vidas y usarla como ejemplo y enseñanza de todo aquello que jamás debió ser y que en algún despiste del Sumo Creador se coló por alguna rendija.

Son días de lluvia y empieza a hacer frío cuando aún tengo la mente en manga corta y ganas de escapar ante este marrón eterno que pierde  jirones de eternidad a cada día, casi a cada hora para convertirse en nada. Miro atrás cuando las cosas eran azules y rosas, amarillas y verdes y se me rompe el aliento de pensar lo que fue y lo que queda hasta que vuelva a ser, aún sabiendo que nunca será como fue.
Resulta casi obsceno, como ir en contra de la naturaleza, estar alegre en otoño y como ya no tengo ganas, ni edad, ni valor de ir contra lo que tiene que ser, ni contra nada, hago el firme propósito de pasar un otoño triste y gris ajustado a tópico y realidad. Recuerdo no hace tanto, o si, otoños diferentes, inadvertidos, casi inconsistentes que apenas existían en la vorágine de vida que me atropellaba pero ahora que me duelen las rodillas, tengo cosida de cicatrices el alma y miró sin ver lo que antes veía, los otoños me parecen una pared vertical imposible de escalar.

Algún día acabarán estos días y algún día vendrán otros días y entonces espero que todavía haya algo que rescatar, que algo sobreviva a los días extraños que se avecinan. Aunque siendo sinceros, cualidad muy poco ejercitada en los últimos tiempos, a veces afortunadamente y otras con gran pena, ya no soy el que fui, sólo una mala copia desteñida, ni tengo aquello bueno que tenía, ya sólo queda el lugar donde estuvieron un día un par de virtudes y una forma despreocupada de sentir la mañana como si nada malo pudiese ocurrir.








jueves, 15 de diciembre de 2011

Hoy

Hablar de los sentimientos es una de las cosas más difíciles que existen puesto que ni usando de la mejor manera las palabras nos acercamos a describir cercanamente lo que es ese amor de manera real.

Es cierto que los hechos, los actos definen y demuestran de una manera más apreciable el amor, puesto que entendemos que ciertos actos tienen la motivación directa y esencial en el sentimiento de la otra persona hacia nosotros. Lo hacen por que nos aman.

Pero dentro de las palabras, el otro dia leí y recordé una frase de Machado, uno de sus Proverbios, que a mi juicio, dicho a la persona que amas puede ser algo de lo más bonito que se le puede decir a alguien y que signfica todo lo que es el amor y ese carácter eterno que tiene, aunque ni lo sea, ni tenga porque serlo, pero si sentirlo así mientras existe: Hoy es siempre todavía


Hoy es siempre todavía


martes, 13 de diciembre de 2011

¡Victoria!

Uh, claim the victory and depart the field

Oh, reclama la victoria y abandona el campo de batalla


Después de luchar con todas las fuerzas y todo el ingenio, después del deber cumplido y ser bendecido por los dioses con la victoria, se aleja sin reclamar la gloria.

Tras guerrear con todo aquel adversario que se muestra y que se oculta, contra las propios miedos y angustias, tras enaltercer a todos y a él mismo para el arrojo, para la pelea, para la entrega después de lograr el triunfo, vencer a todos aquellos a los que se enfrentaba, se retira del campo de batalla para olvidar todo aquello que hizo posible una victoria que reclama pero de la que renuncia a la gloria y a los tributos.

Aún con sangre de la batalla, con un sabor acre en la boca y sin mayor ceremonia, enfila el camino que abandona el campo de batalla.

¡Victoria!

jueves, 8 de diciembre de 2011

El bolero nació triste




Robé este título cuando tuve la oportunidad de leerlo. Ni recuerdo a quien ya creo que tampoco el cuando, pero desde que lo robé lo guardé en algún sitio de mi memoria

El bolero nació triste porque reconocemos al primer bolero a uno llamado Tristezas, allá por el 1885 y que compuso y cantaba el cubano Pepe Sánchez, que es normbre de bolerista. Nació, por lo tanto, triste por nombre y por alma, porque aun cuando el bolero canta al amor feliz tiene un toque melancólico y sedoso que no tiene ninguna otra música. Puede que le falte la fuerza y el canalleo del tango o la alegría y festividad del pasodoble pero el bolero es la canción para el amor por excelencia.

Su ritmo, el famoso cinquillo cubano, los ocho compases al ritmo de dos por cuatro, lo hacen además ideal para bailar lento, acompasado, bien ceñido y desbordando el alma a cada paso. Son otros tiempos y en realidad no soy muy aficionado al bolero, pero mi padre siempre lo fue y era una música habitual para despertarse un domingo, así que por lo que sea, quizás por aquello, o quizás porque me gustaría llevar un traje blanco y un sombrero panamá en la Habana, en determinados momentos canturreo, y hasta elevo mi mala voz y peor tono, aquello de reloj, no marques las horas....

domingo, 4 de diciembre de 2011

Bellotas



La verdad de la bellota es el árbol. No hay mayor identidad que esta. La bellota y el árbol son uno en sí mismos. La semilla es puro potencial de árbol. Lleva en si misma la planta completa dentro y el paso del tiempo nos llevará al árbol maduro que es el reflejo de lo que la bellota contiene.

Hay otro serie de frutos que no son más que el resultado de lo que es el árbol. Son el producto que tras la función natural nos ofrece el árbol y tiene características de este y es un gran reflejo de lo que en si es la planta pero no tiene una identidad completa, ni el resultado depende sólo de lo que es en si mismo el árbol.

Y así se me antoja que hay aspectos, cualidades, respuestas, actitudes y aptitudes de nuestra personalidad que son bellotas y otras que son fruta. Hay aspectos que son enteramente una continuación de nuestros rasgos más esenciales, de una identidad total con nuestra personalidad más latente y principal. Hay otro, en cambio, que están sometidos a influencias, a vientos, a circunstancias y que reflejan lo que somos de forma secundaria.

Cuando conoces o intentas conocer a una persona es fundamental ir desgranando aquellos rasgos que son íntimos, identitarios, puro reflejo de lo que es y aquellos otros que partiendo de la persona son influenciables, circinstanciales, cambiantes o de poco calado. En la medida que descubramos y clasifiquemos unos u otros estaremos más cerca de conocer a la persona. Se da el caso de gente que crees conocer muy bien, que crees haber llegado a intimar a un nível profundo y que en realidad sólo empiezas a conocer cuando descubres y entiendes sus rasgos más personales, sus actos más propios, su propia esencia. La bellota y no la fruta.

Es ahí donde surgen las desilusiones, las decepciones y los fiascos. Es ahí cuando lo que creías que era así en alguién, empieza a cambiar y a variar de manera acelerada porque una vez que identificas sus rasgos principales ya eres capaz de discernir entre lo esencial y lo accesorio y toda la verdad se descubre como tal. La bellota crece y se convierte en árbol.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Polvo de estrellas

A veces la vida imita al arte y cuando el poeta escribe que alguien brilla como una estrella no está exagerando en absoluto. Cuando decimos que el espíritu del hombre es inabarcable, no decimos más que la estricta realidad astrofísica y química.

Polvo eres y en polvo te convertirás, nos dicen el Miércoles de Ceniza y Quevedo añadió, que polvo somos, más polvo enamorado y ahora ya podemos decir también que somos polvo de estrellas.

Los mismos elementos (fósforo, calcio, hierro,...) que formaron las estrellas millones de años antes de que siquiera el hombre habitase la Tierra en su forma primigenia, son los que forman nuestro cuerpo y nuestra carne. Los huesos, los músculos, las venas, las sangre son la misma materia que forma el Sol, Sirio, la Estrella Polar, Aldebarán o Polux

Tenemos en nuestros átomos los mismos componentes que las estrellas que alumbran nuestro cielo y por lo tanto estamos destinados a brillar, a relucir con luz propia y ajena porque en el mismo origen de nosotros tenemos polvo de estrellas

Vieja canción infantil irlandesa

En noche brilla tu luz.
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
¡luce, pequeña estrella!

jueves, 1 de diciembre de 2011

Echar de menos

Debe ser algo propio de la zona, de ese oeste que tarda más en anochecer. De tal manera que incluso lo han llevado a otras tierras lejanas en la que dejaron es impronta. Morriña, saudade, le llaman gallegos y portugueses que lo trasladaron también a Brasil. Ellos le pusieron nombre achar de menos y aunque su traducción es hallar menos por fonética lo convertimos en echar menos.

Fue tiempo después que Santa Teresa de Jesús, esa Santa a la que debemos tanto sin saber todo lo que la debemos, la que en su Libro de las Fundaciones lo adverbio con cantidades: me parece serán los más descansados de mi vida, cuyo sosiego y quietud echa harto menos muchas veces mi alma. Y pasó de ser "echar menos" a" echar de menos".



Cuando echas de menos, te das cuenta con cuanta intensidad y sentimiento. Te falta algo y notas el vacío y como los sentimientos aún difíciles de definir si tienen una sensación física identificable. Echar de menos hace que sientas un vacío, un lugar que de repente es la nada dentro de ti. Y lo peor es el terrible efecto contagioso que tiene, quizás sea una de las peores plagas, porque se extiende y se extiende en cuestión de momentos. A echar de menos a alguien, le sigue una cosa, y luego un sitio, y más tarde una época, y a continuación un forma de vivr y después, después de todo el efecto devastador, te echas de menos a ti mismo y entonces es cuando te das cuenta de cuanto echas de menos.

Sólo que nada es eterno y en este mundo moderno ni siquiera duradero, así que después de un ataque de melancolía, necesario para refrescar quien y como eres hoy en relación al que fuiste, sigues adelante.