miércoles, 21 de diciembre de 2011

John 3:16




Anoche en uno de esos sitios de las posmodernidad madrileña, recién abierto y que durará tres días siéndolo, pero en el que mientras se puede ver al famoseo pretencioso de la ciudad, ya saben, mucho moderno y alguna que otra jai haciendo negocio, había un tipo con un polo que ponía en la espalda John 3:16.

Esta leyenda se empezó a ver en carteles en actos deportivos retransmitidos por televisión y se extendió a cualquier evento multitudinario que especialmente tuviese cobertura televisiva. En realidad, John 3:16 no es más que el versículo del Evangelio: Y porque Dios, que tanto amaba al mundo, entregó a su Hijo, de modo que quienes crean en Él no morirán sino que vivirán eternamente.

Rockin Rollen Stewart, un tipo de infancia difícil y peor final, cadena perpetua por intento de homicidio y secuestro, que había encontrado a Jesús, decidió evangelizar de una manera warholiana, buscando sus quince minutos de fama, y empezó a mostrarse en eventos deportivos portando carteles en los que ponían John 3:16 o los menos afamados Repent y Jesus saves.

Otra de la características de este sujeto era que portaba una peluca a lo afro con los colores del arco iris lo cual, además de hacerle más llamativo de cara a las cámaras, le trajo una mayor fama ya que se creó y alimentó una polémica artificial porque la peluca se parecía muchísimo al logo de la NBC que era competidora de la ABC que retransmitía los partidos y se acusó de que todo era una maniobra oculta de la cadena rival.

Con el tiempo Rainbow Man, como se le llegó a conocer, creó escuela y hoy podemos ver a gente que porta el cartel de John 3:16 en la mayoría de los eventos deportivos, si acaso perdiendo su sentido original, pero ya quedando en el imaginario y la costumbre de estos eventos y que se usa para animar a los equipos. Al fin y al cabo es la promesa de la vida eterna.

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