viernes, 4 de noviembre de 2011

La conciencia de ser


Hace poco o nada escuchaba una idea atribuida a Stanislaw Lem, el escrito polaco de ciencia-ficción y que se pasó la vida perseguido por uno y por otros, que decía que no había tomado conciencia de ser judío hasta que llegaron los nazis. Es una idea que resulta totalmente desquiciante por lo que de injusticia arrastra de por sí. Uno puede alinearse en cualquier movimiento, ideología, manifestación o tendencia, implicarse en cualquier proyecto social, político, cultural pero hay veces que somos, y puede resultar un absurdo, algo que ni pretendemos, ni queremos o no usamos como tal. No tenemos conciencia de ser.

En el caso que nos cuenta Lem fueron otros, los nazis, los que elevaron su condición de judío a algo importante. Lem no ejercía, no estaba implicado en su religión, apenas la practicaba y si bien la cultura en la que se manejaba era judía, era un apasionado de la ciencia y la psicología, al que la religión no le llamaba y al que ser judío no significaba más que ser moreno en un país de morenos.

En otro orden, uno a veces no se da cuenta de lo que es y lo que implica ser algo, incluso como el caso de Lem sin mayor estima por serlo, y sin embargo no es hasta que se encuentra a alguien enfrente que le señala cuando se vuelve consciente de que esa particularidad es un problema.

Es curioso como el tema de las etiquetas, los rótulos condicionan las cosas incluso por encima de las ideas, o más kafkiano aún, de los hechos y como el mero dato de ser algo lleva aparejado una respuesta, generalmente negativa, aunque en algunos casos como el de la discriminación positiva justo al contrario.

¿Nacerá todo de la necesidad de identificarnos?


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