miércoles, 9 de noviembre de 2011

El hombre manifestado

Podemos comprender al hombre a través de sus manifestaciones. Dada la dificultad que encontramos en entender todo aquello que está en el interior de un hombre, a menudo debemos observar aquello que nace del interior pero de lo que  tenemos conocimiento, cuando ya es externo.

A lo largo de la historia las manifestaciones del hombre han sido numerosas y de todo tipo, desde aunar inteligencia y valor para viajar a mundos externos hasta asesinar sistemáticamente a millones de personas. Ésas y otras son manifestaciones del hombre.

Una de las más importantes y constantes es el arte que va variando como consecuencia de los tiempos y enlaza épocas unas con otras pero todos esos cambios externos que se manifiestan en el arte son cambios que antes se produjeron en el interior de la personas y que luego brotan y toman cuerpo.

El Románico era simbolismo y recogimiento, plasmación de un tiempo en el milenio donde la oscuridad era el marco de una espiritualidad que empezaba a ser universal por ser peregrina. No es difícil extrapolar estas características a caracteres que conocemos, a personas que reflejan este modo sereno y pensativo de ser. Como no lo es imaginar a gente llena de confianza, radiante, llena de luz y altura de miras, que refleja alegría e isluión, que viene de vencer a tiempos oscuros y que en ellos encontremos las características del gótico. O del barroco en una insostenible concatenación de formas artificiales y recargadas que hablan de una superficialidad enmascarada en un pretendido efecto moralizante vacío y efectista. Y podríamos reflejarnos en cada estilo y situarnos en ellos, incluso reconocernos por épocas en unos y otros y sostener la mezcla de estilos, que no son sino la mezcla de lo que sale de nuestro interior y se manifiesta hacia fuera. ¿Acaso una joya románica como la Catedral de Compostela no se presenta con un Pórtico del gótico inicial en una transición continuada y vital?

Reflejos del hombre en el arte y podríamos buscarlos en la guerra, en la ciencia, en la costumbre y hasta en el baile. Somos lo que somos pero más allá de la intuición, somos los que mostramos.

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