miércoles, 1 de febrero de 2012

Ser o no ser

En uno de los más famosos actos del teatro, en concreto el Acto III, Escena I de Hamlet, hay una frase que probablemente sea de las más conocidas del mundo y a la vez más repetidas: Ser o no ser, esa es la cuestión (To be or no to be, that is the question).

Es una frase llena de fuerza, en la duda y en la determinación, con un sonoridad casi musical. Sugiere que Ser es actuar con conciencia y con convicción, a pesar de las consecuencias. Y No Ser supone todo lo contrario, quedarse paralizado ante las circunstancias de la vida. Pero aunque lo centremos en el joven Hamlet, ese príncipe danés, la pregunta es para todos y sirve para cada uno de nosotros. 

Pero resulta que esa frase, tal y como la conocemos, en su primer momento no era así. Esa es la versión de los folletos que aparecieron dos años después de la primera versión, en 1603, que decía: Ser o no ser, yo soy el tema (To be or not to be, I there's the point)

Cierto es que conocemos la otra desde siempre y es difícil que esta nueva formulación nos cante como nos canta la otra, pero incluso teniendo en cuenta este handicap, la frase tal y como es cambiada en 1605, y no en su versión anterior, es muchísimo mejor. La primigenia no sólo individualiza la cuestión y la hace limitada, él es la cuestión y sólo a Hamlet afecta, sino que además es seca, opaca, sin colores y sin belleza. 

Es curioso como incluso para transmitir un mensaje, la elección de las palabras influyen no sólo en lo dicho sino en el aura con que se dice y como algo puede resultar grandioso si se escogen las palabras adecuadas. Da la sensación de que es lo mismo como decimos las cosas mientras digamos lo que queremos trasmitir pero no es así porque el como lo decimos, la belleza, fuerza, sabor de las palabras influyen también en lo que decimos.

 

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