miércoles, 8 de febrero de 2012

Empeños y melancolía


Me vino a la mente el otro día una de las frases que atribuimos a Ortega, y que ciertamente aunque todo el mundo lo haga no está claro que sea suya, cuando me contaba un amigo su empeño en sacar adelante una iniciativa cultural en su pueblo. Conociendo las circunstancias, también orteguianas, del pueblo, gente ya muy mayor, apenas jóvenes y con un nivel cultural bajo, sin apenas bagaje de este tipo y necesitando colaboración y dinero, pensé en aquello de Ortega de "el esfuerzo inútil conduce a la melancolía".


Y es cierto, aquellos empeños y esfuerzos que carecen de un calibrado realista, de un porcentaje aceptable de posibilidades, de una visión mesurada de la realidad y del futuro, nos lleva a esfuerzos baldíos, a entregas innecesarias, a malgasto de ilusiones y energías en pos de un fracaso casi garantizado. Y no es malo el fracaso en sí mismo, sino las heridas que deja son dolorosas. Cuando el esfuerzo y el empeño es arduo y el éxito no llega no queda más que la melancolía de lo que se pensó, se trabajó y la ausencia de un mínimo resultado satisfactorio. 



Puede ser ésta una visión realista de las cosas que no defenderé, ni aconsejaré, pero que no conviene dejar todo de lado o despistarla. Claro que tampoco animaré a lo contrario, sobre todo porque sería un empeño inútil y acabaría cayendo en la melancolía cuando nadie hiciera caso de mi recomendación. Por lo tanto, me limito a decir que existe y que uno más sabio que nosotros vio una distorsión en ello y que, sólo por si acaso, conviene pensar varias veces las empresas que hacemos nuestras si acaso por no acabar melancólicos de un sueño nunca logrado.





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