lunes, 16 de enero de 2012

La Farfalla Granata y Attilio Romero

En la mitad de la época de los 60 se presumía un futuro equipo triunfador que continuase el reinado del Real Madrid en Europa, el Torino. En ese Torino, que poco a poco había ascendido en el Calcio, la Liga Italiana, destacaba un jugador menudo, pequeño, frágil y con un peinado característico que se llamaba Meroni y le conocían como la Mariposa Granate, la Farfalla Granata, en honor a los colores del Torino. Tenía un regate como Garrincha y era un artista con el balón en los pies, capaz de quitarse de encima uno tras otro a los rivales con quiebros y un toque exquisito.

Meroni, Luigi Meroni, además de un gran jugador, era un tipo extravagante, que lucía un peinado característico que copiaron todos los tifossi del Toro. También tenía una forma de vestir un tanto bohemia que fue copiada por los aficionados. Tampoco era extraño verle pasear por Turín con un pequeño cerdo como mascota.

El 15 de octubre de 1967, Meroni pidió permiso a su entrenador para salir de la concentración y tomar un helado con un compañero. El entrenador se negó una y otra vez, por aquello de la disciplina, pero la insistencia de Meroni fue tal, además de prometer dos goles en el siguiente partido, que el Mister accedió. Meroni, despistado fue a cruzar la calle de manera en exceso imprudente y prácticamente se echo encima de un coche que pasaba en ese momento atropellándole mortalmente.

El coche lo conducía un joven de dieciocho años llamado Attilio Romero, que era un grandísimo seguidor de Luigi Meroni, se peinaba como él y tenía su habitación llena de fotografías del pequeño jugador. Esa misma tarde se había peleado con algunos seguidores del Toro por defender el partido de Meroni contra la Sampdoria donde no había estado muy acertado. Romero entró en estado de nervios por el accidente. En 2001 comentaba lo mucho que le había ayudado que seguidores del Torino fueran a su casa, a gritarle que no había sido culpa suya y que seguía siendo uno de los suyos.

Attilio Romero, 34 años después, se convirtió en Presidente del Torino y lo ascendió a Primera División después de muchos años en Segunda.

¡Que curiosa es la vida!



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