jueves, 5 de abril de 2012

Cuestión de sueños

En Memphis, en la hoy ciudad santuario de Elvis, hace más 40 años, un 4 de abril como hoy, James Earl Roy, apostado como francotirador, frente al balcón del Motel Lorraine disparaba contra Martin Luther King, que se encontraba allí para celebrar una marcha por los derechos de los basureros negros de la ciudad. En el momento de recibir el balazo en la cabeza estaba con sus colaboradores, entre los que se encontraba el reverendo Jesse Jackson.

Son de sobra conocidas sus ideas, sus principios, los hechos y hasta su sueño. No deja de impactarnos su discurso ante el Lincoln Memorial o su carta desde la cárcel de Birminghan en Alabama, así que destacaré la fuerza y el ejemplo de estos hombres. Hombres que encauzan a otros hombres, hombres de una fuerza inusitada que creen que el mundo debe ser cambiado y lo cambian. Hombres que aceptan el sacrificio por el bien de otros. Líderes que saben que cuando la rueda empieza a caer es muy difícil de parar, tanto como ponerla en marcha. Hombres que guían a otros hombres, que les trasmiten su fe, que no ceden ante la imposibilidad, ante la lentitud, ante la desesperanza.

A veces me pregunto donde encuentran esa fuerza, si en la desesperación, en la rabia o en una profunda creencia en lo bueno que tiene el ser humano y que sólo necesita sacarse a flote. Hemos llegado a un punto de nuestra sociedad donde este tipo de líderes está en desuso y nos cuesta reconocerlos como tales. Yo los echo de menos, echo de menos su inspiración, su fuerza, su impulso, que me zarandeen, que me motiven, que me hagan pensar que si podemos cambiar el mundo, que si puedo cambiar el mundo. Otros lo hicieron antes.



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