miércoles, 17 de julio de 2013

Camino de Santiago

Leía el otro día sobre el Camino de Santiago y pensaba con quién me gustaría hacerlo. Hacerlo, en realidad, no me gustaría, a mí el campo y andar por él me produce una terrible y permanente sensación de deja vú y soy incapaz de distinguir la belleza y lo especial de un árbol con otro o de una colina, valle o lo que sea. Entiendo que esto no parezca sensato y menos aún, si digo que soy perfectamente capaz de diferenciar una calle de otra y un maldito adoquín de todos sus hermanos. Quizás me caí de niño a un hormigonera como Obelix lo hizo en la marmita de poción mágica.

         Volvamos al Camino. Decía que pensaba en con quien me gustaría hacerlo y eso me llevaba a hacer del detalle categoría y volverlo en pasiva. Es decir, en esta vida caminamos al lado de mucha gente, de unos muy cerca, de otros menos y de algunos por la misma carretera, aunque alejados. Hay otros con los que no caminamos nunca, por elección o porque nunca hubo la oportunidad. Dentro de la gente con la que caminamos hay algunos que se van, que dejan de caminar contigo. Unos tienen razones y otros no, pero en ambos casos no hay mucho por hacer. Despedir y guardar recuerdo. Preferiblemente es mejor que estas dos cosas sean felices, cuando menos agradables, pero tampoco es seguro que sea así.

         Antes me costaba mucho entender, razonar, asumir que la gente, las personas mejor dicho, se separasen y siguiesen su camino. Ahora, no. Debe ser que me he hecho viejo o que entiendo mejor la vida, a las personas o a mí y comprendo, por lo tanto, que no quieran estar a mi lado. Es inevitable que duela, los sentimientos, si lo son, tienen que ser definidos. La ventaja que da la edad no es que duela menos sino que duele menos tiempo. Sigue doliendo pero se cura antes y sobre todo ya no intento entenderlo y explicármelo, incluso ya no me culpo por ello.


         Cuando alguien deja de compartir tu camino sus razones tendrá. O no. ¿Que más da? El resultado es el mismo: se va. Bueno, así es la vida y nadie camina con quien no quiere y aunque tu quieras que caminen contigo, no te puedes empeñar y sólo queda asumirlo. Porque esa es otra de las cosas que aprendes, por más que te empeñes, por más que te lo propongas nadie camina contigo o en tu grupo o en tu dirección, si él no quiere. 

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